viernes, 10 de octubre de 2008

Hacer lo que se debe

Me vas a engañar ¿Te crees que no me doy cuenta? Te vas aprovechar de mí. Vas a juguetear conmigo y a tirarme en un rincón sí sigo tu juego macabro.
Porque a ti te gusta jugar, y te gusta jugar duro. En primera división como los mejores, donde siempre has estado.

Tengo que repetírmelo una y otra y otra vez para convencerme a mí mismo. Ya cedí una vez y lo pasé mal.

Me resisto, no te busco, no porque no quiera, no porque no pueda, sino porque no debo.
Tu me sigues, me buscas, no porque te importe, no porque me necesites, sino porque te divierte.
Eres la reina, sabes lo que buscan los hombres aun que tu solo haces ver que se lo puedes dar.
Humo y espejos. Nada parece lo que es. Verdades escondidas, verdades de mentira.
Mueves tus fichas, los otros pelean y tu disfrutas.
Si cedo, luego me sentiré mal, pero resisto y ya me siento mal ahora.
¿Si esta todo tan claro, porque me sigue siendo difícil apartarme de ti?

martes, 7 de octubre de 2008

El registro policial

Después de recorrer poco más de 40Km con el coche, fumando porros durante el trayecto, llegamos a nuestra destinación preparados para la fiesta nocturna.

Que sorpresa nos llevamos al darnos cuenta que la cola que se formaba a la entrada del pueblo era debido a que la policía detenia e inspeccionaba cada uno de los coches que decidian entrar.

Luces de color azul, hombres con uniforme, armas y nuestros bolsillos llenos de hachís en suficiente cantidad como para que esos hijos de la gran puta nos metieran un puro de cagarse.

Manteníamos la calma al observar que los agentes solo hacían cuatro preguntillas a la gente del interior de los coches y los dejaban pasar. Hasta que llegó nuestro turno.

El agente metió la cabeza en el interior del coche si decir nada. Acto seguido nos hace las preguntas de rigor. Quienes somos, a donde vamos y de donde venimos, vamos lo que todo el mundo se ha preguntado alguna vez en la vida solo que esta vez lo preguntaba un cabronazo con pinta de partirte la cara, que no parecia haberselo preguntado nunca a sí mismo.

Después de responder, nos invita a cerrar la música con una de sus amables palabras y nos indica que apartemos el coche de la carretera hacia la zona despejada.
En este momento comprendo que la hemos cagado.



Así que aparcamos el coche. Ellos nos siguen por detrás y aparcan de tal forma que la huida sea practicamente imposible.

Salen del coche i se acercan. En este momento nadie habla, y yo tengo las pelotas a la altura del esófago.

Indican al conductor y a un pasajero que bajen del coche. A mí no me dicen nada por el momento, por lo que me quedo dentro con mis pelotitas subiendo ya por la nuez del cuello.

Una cosa que he aprendido con el tiempo en el trato con la policía, es que nunca debes hacer ni más, ni menos de lo que te piden.

Mis compañeros están fuera, manos en alto y de patas abiertas preparados para el registro. Solo tengo una oportunidad porque el siguiente que saldrá al escenario para demostrar sus dotes de registrado voy a ser yo.

Así que intentando ser disimulado. Arrastro la mano hasta mi bolsillo y saco el material para ponerlo a buen recaudo en el interior del coche.

Segundos después de que los agentes del orden hayan jugado a “polis”con mis amigos, me llaman para que salga a jugar yo.
En este momento desconozco si han encontrado el material de mis colegas, pero deduzco que no.

Saco lo que tengo en los bolsillos con cara de estúpido, cuando descubro que llevo un librito de papel en el interior de estos. Nunca tengo papel pero hoy si, “hoy es un gran día para llevar papel” pienso sarcásticamente.

La cara de este mamón no tiene precio. Si no tubo bastante con el olor que desprendía el coche, acabo de darle todo lo que le hace falta para tener claro lo que va ha encontrar en el interior del vehículo.

Un agente con cara de soplapollas no mucho mayor que yo, va a buscar una linterna que entrega a su superior, y este empieza a mirar concienzudamente el interior del vehículo
Mientras John Wayne busca en el coche, el soplapollas controla que no pase nada raro.
Yo por mi parte estoy a punto de escupir mis pelotas y a juzgar por la cara de mis compañeros no están mucho mejor.

Pasados unos siete larguisimos minutos y de que John haya dejado el coche que parezca un lego para volver a montar, se nos acerca y con una cara que oscila entre triste y enfadado nos dice “podéis marchar” hace una pausa y continua con un “pero id con cuidado chavales”
Nosotros asentimos recogemos todo el desorden rápidamente y nos largamos.

Durante un minuto hay un silencio sepulcral en el interior del coche. Nadie acaba por creerse lo que acaba de pasar. Luego, cuando ya estamos a lejos de la zona patrullada, estallan las risas nerviosas y los comentarios sobre nuestra fantástica y reputa suerte. Todos recuperamos nuestras pertenencias ilegales como si nada hubiese pasado.

Todavía hoy no comprendo como no encontró nada de nada.

Esta noche acabamos más puestos de THC que nunca.

lunes, 6 de octubre de 2008

La chica del Bar

En un fin de semana cualquiera...
El plan será el de siempre, salir, beber, quizás tomar algo más que nos ayude a olvidar lo fracasados que somos, y si tenemos algo de suerte quizás obtener un poco de amor para satisfacer el hambre y ganar valor y confianza para cuando llegue el Lunes poder aguantar una semana más.

En mi caso voy a necesitar mucha suerte. No es que sea extremadamente desagradable a la vista, creo que las chicas incluso me encuentran guapo, simplemente soy un asocial. La gente no acostumbra a caerme bien y esto supone un impedimento para conocer gente nueva como se puede suponer.
Cuando es de noche la cosa parece más fácil, tomas, bebes y procuras no pasarte para que en vez de parecer simpático no parezcas un baboso con problemas en el habla.

Así que entramos en el bar.
La luz baja; las paredes de piedra; las mesas de colores oscuros con pequeños puntos de luz enfocando el centro; veo a la chica con la que me fije la semana pasada, comiéndose los morros con un tío mayor que ella que parece una especie de estrella del rock. La música que zumba indiferentemente en mis oídos es una especie de “techno” para hippies.

El local esta lleno, apenas se cabe, en calle hace frío pero dentro las paredes parecen sudar. Todos se dispersan y empiezan a hablar con gente que conocen o que creen que conocen. Todos ríen, hacen sonar sus botellas de cerveza unas con otras, y disfrutan el momento.

Yo me dirijo a la barra. Enseguida consigo hacerme un sitio y apartar a dos sudorosos y asquerosos viejos, y apoyar los codos en el mármol para poder pedirle al barman gay que me ponga una cerveza.
Antes de que pueda darme cuenta, tengo los brazos chorreando al haberme apoyado encima de lo que parece un gran charco de cerveza.
¡Ese maricón podría limpiar la puta barra con lo que cobra por cada cubata!

Con la cerveza que me a vendido el maricón y un poco más tranquilo me dirijo a la zona donde la gente esta bailando, me apoyo en una pared y me enciendo un cigarrillo. Consigo ahuyentar con un “déjame” desagradable a un amigo que me estaba preguntando el porque de tanta seriedad.
De repente observo a una chica bailando sola. Es preciosa y se contonea de una forma perfecta. Va vestida con un top a rayas de color verde negro, unos téjanos ceñidos y unas Converse de color verde.
Tiene el pelo negro y corto y extrañamente peinado, y una piel clara aun que no hasta llegar al punto de que parezca lechosa.

Me la quedo mirando y de repente nuestras miradas se cruzan y ella parece sonreírme. Debido a mis dioptrías dudo de que la sonrisa fuese dirigida a mí pero al no tener nada por perder se la devuelvo. Ella se acerca.
Me empiezo a poner nervioso y se me pone la polla dura. Entonces el tiempo se detiene, la música se para e incluso las mangas del jersey parecen secarse, e imagino como follamos como dos animales por todas partes de este maldito bar, dejando atónitos a todos malditos gilipollas presentes en el lugar.
Cuando vuelvo a la realidad tengo la chica enfrente con una sonrisa en su preciosa cara y me doy cuenta de que me estoy quemando el dedo con lo poco que queda de cigarro, a sí que decido tirarlo delicadamente al suelo.
No sé que decir, ni que hacer estoy petrificado. Antes de que se me ocurra algo ella me coge del brazo y me acerca sus preciosos ojos marrones a los míos y dice algo que no logro entender.
Le hago saber que no sé que me esta diciendo, y ella decide actuar de forma más directa se aproxima todavía más hasta que nuestros labios parecen juntarse y dice: “Si queres coca ya sabes donde estoy”



De repente pasa de ser la mas dulce de las chicas del lugar, a la mas puta de las putas de todo el casco viejo.
“No me jode que me quiera vender coca, me jode que me la ponga dura y después diga eso” pienso.
Así que sin pensarlo mucho la empujo para que aparte sus asquerosos labios de mi cara, con tanta mala suerte que la zorra tropieza y cae tirando con ella dos vasos de cubata que acaban estrellándose en el suelo y haciendo un corte en sus asquerosas manos de cerda, por lo que después del estruendo no tarda en llegar la sangre. Cosa que provoca la atención de los todos allí presentes.

Sin que tenga mucho tiempo para reaccionar noto un empujón en mi espalda, y la voz de un fantástico y caballeroso hippie que habiendo visto lo ocurrido invita a largarme a tomar por el culo.
Observo a mí alrededor y la mayoría de la gente del lugar esta observando lo ocurrido y mirándome con cara de querer lapidarme públicamente, mientras la zorra es ayudada por otras personas a levantarse y escupe numerosos “hijo de puta” dedicados a mi persona.
Así que decido coger mi chupa y largarme antes de que me partan la cara.
Al pasar junto a un amigo mío, este me pregunta que es lo que ha pasado y lo vuelvo a callar con un “nada”. Antes de que salga de la puerta me grita “¡Ya nos veremos mañana y nos lo cuentas!” Con lo que contesto afirmativamente.

Saliendo del bar observo como me mira a través de la ventana la chica que se enrollaba con la estrella de rock. Su mirada no refleja mucha cordialidad, más bien ganas de arrancarme la cabeza.

Mientras camino hacia casa pienso que podría haber sido peor.
Siempre puede ser mucho peor.