lunes, 6 de octubre de 2008

La chica del Bar

En un fin de semana cualquiera...
El plan será el de siempre, salir, beber, quizás tomar algo más que nos ayude a olvidar lo fracasados que somos, y si tenemos algo de suerte quizás obtener un poco de amor para satisfacer el hambre y ganar valor y confianza para cuando llegue el Lunes poder aguantar una semana más.

En mi caso voy a necesitar mucha suerte. No es que sea extremadamente desagradable a la vista, creo que las chicas incluso me encuentran guapo, simplemente soy un asocial. La gente no acostumbra a caerme bien y esto supone un impedimento para conocer gente nueva como se puede suponer.
Cuando es de noche la cosa parece más fácil, tomas, bebes y procuras no pasarte para que en vez de parecer simpático no parezcas un baboso con problemas en el habla.

Así que entramos en el bar.
La luz baja; las paredes de piedra; las mesas de colores oscuros con pequeños puntos de luz enfocando el centro; veo a la chica con la que me fije la semana pasada, comiéndose los morros con un tío mayor que ella que parece una especie de estrella del rock. La música que zumba indiferentemente en mis oídos es una especie de “techno” para hippies.

El local esta lleno, apenas se cabe, en calle hace frío pero dentro las paredes parecen sudar. Todos se dispersan y empiezan a hablar con gente que conocen o que creen que conocen. Todos ríen, hacen sonar sus botellas de cerveza unas con otras, y disfrutan el momento.

Yo me dirijo a la barra. Enseguida consigo hacerme un sitio y apartar a dos sudorosos y asquerosos viejos, y apoyar los codos en el mármol para poder pedirle al barman gay que me ponga una cerveza.
Antes de que pueda darme cuenta, tengo los brazos chorreando al haberme apoyado encima de lo que parece un gran charco de cerveza.
¡Ese maricón podría limpiar la puta barra con lo que cobra por cada cubata!

Con la cerveza que me a vendido el maricón y un poco más tranquilo me dirijo a la zona donde la gente esta bailando, me apoyo en una pared y me enciendo un cigarrillo. Consigo ahuyentar con un “déjame” desagradable a un amigo que me estaba preguntando el porque de tanta seriedad.
De repente observo a una chica bailando sola. Es preciosa y se contonea de una forma perfecta. Va vestida con un top a rayas de color verde negro, unos téjanos ceñidos y unas Converse de color verde.
Tiene el pelo negro y corto y extrañamente peinado, y una piel clara aun que no hasta llegar al punto de que parezca lechosa.

Me la quedo mirando y de repente nuestras miradas se cruzan y ella parece sonreírme. Debido a mis dioptrías dudo de que la sonrisa fuese dirigida a mí pero al no tener nada por perder se la devuelvo. Ella se acerca.
Me empiezo a poner nervioso y se me pone la polla dura. Entonces el tiempo se detiene, la música se para e incluso las mangas del jersey parecen secarse, e imagino como follamos como dos animales por todas partes de este maldito bar, dejando atónitos a todos malditos gilipollas presentes en el lugar.
Cuando vuelvo a la realidad tengo la chica enfrente con una sonrisa en su preciosa cara y me doy cuenta de que me estoy quemando el dedo con lo poco que queda de cigarro, a sí que decido tirarlo delicadamente al suelo.
No sé que decir, ni que hacer estoy petrificado. Antes de que se me ocurra algo ella me coge del brazo y me acerca sus preciosos ojos marrones a los míos y dice algo que no logro entender.
Le hago saber que no sé que me esta diciendo, y ella decide actuar de forma más directa se aproxima todavía más hasta que nuestros labios parecen juntarse y dice: “Si queres coca ya sabes donde estoy”



De repente pasa de ser la mas dulce de las chicas del lugar, a la mas puta de las putas de todo el casco viejo.
“No me jode que me quiera vender coca, me jode que me la ponga dura y después diga eso” pienso.
Así que sin pensarlo mucho la empujo para que aparte sus asquerosos labios de mi cara, con tanta mala suerte que la zorra tropieza y cae tirando con ella dos vasos de cubata que acaban estrellándose en el suelo y haciendo un corte en sus asquerosas manos de cerda, por lo que después del estruendo no tarda en llegar la sangre. Cosa que provoca la atención de los todos allí presentes.

Sin que tenga mucho tiempo para reaccionar noto un empujón en mi espalda, y la voz de un fantástico y caballeroso hippie que habiendo visto lo ocurrido invita a largarme a tomar por el culo.
Observo a mí alrededor y la mayoría de la gente del lugar esta observando lo ocurrido y mirándome con cara de querer lapidarme públicamente, mientras la zorra es ayudada por otras personas a levantarse y escupe numerosos “hijo de puta” dedicados a mi persona.
Así que decido coger mi chupa y largarme antes de que me partan la cara.
Al pasar junto a un amigo mío, este me pregunta que es lo que ha pasado y lo vuelvo a callar con un “nada”. Antes de que salga de la puerta me grita “¡Ya nos veremos mañana y nos lo cuentas!” Con lo que contesto afirmativamente.

Saliendo del bar observo como me mira a través de la ventana la chica que se enrollaba con la estrella de rock. Su mirada no refleja mucha cordialidad, más bien ganas de arrancarme la cabeza.

Mientras camino hacia casa pienso que podría haber sido peor.
Siempre puede ser mucho peor.

1 comentario:

Softcombatalicante dijo...

Buenísimo!!!! me encanta lo que escribes y como lo escribes!!!! eres un dios!!!! Felicidades me has alegrado el dia!!!!